Cierro la puerta del taxi y es como si
me metiera en un plató de Almodóvar.
Qué
flipe; no falta detalle. Tapicería de polipiel atigrada, alfombrillas que
parecen sacadas de un catálogo de Agata Ruiz de la Prada. Plafones en los
respaldos. Esta tía está zumbada o es una cachonda increíble. No sé si tendré
tiempo de repasarlo todo.
- ¿A dónde?
- A la tele, por favor.
- La de Sant Cugat, verdad?
- No, a la otra que está más cerca.
- Esa no la veo nunca; no se entiende
nada…
Dejo pasar el comentario y me pongo las
gafas. Todo ésto hay que examinarlo con mucho detenimiento. Me concentro en el
plafón del respaldo del asiento que tengo delante.
¿Qué
serán todas esas cruces?
Me acerco más.
Pero
si son necrológicas de periódicos!
Cada una está recortada y pegada
formando un gran mosaico en blanco y negro. Me doy cuenta que están colocadas
por orden alfabético de difunto. Leo los nombres. Todos son hombres. De momento
no pregunto y me paso al plafón de la derecha, detrás del asiento del copiloto.
Más recortes, pero esta vez de un cariz distinto.
Qué
pasada! Todas esas chicas están en pelotas!
Esto me lleva a pensar que mi marido me
comentó hace poco que le parecía que los periódicos habían dejado de publicar
anuncios de líneas eróticas. Pero las
fechas de este collage lo desmienten.
Ya estamos llegando al Corte Inglés de
la Diagonal. Queda poco tiempo y me corroe la curiosidad. Fijo la mirada en el retrovisor.
Por
dios, qué fea es esta mujer!
-Veo que es Vd. una artista.
-Se hace lo que se puede.
-¿Y, cómo elige Vd. los temas?
-Yo no elijo nada. A mi las esquelas me
han gustado desde que era una cría.
-¿Sólo las de hombres?
-Claro.
No voy a poner mujeres. Los toreros son hombres.
Aquí
me ha pillado.
-¿Quiere decir que las esquelas que
tiene aquí son todas de toreros?
-Pues claro. No iba a colgar las de
sastres!
-Debe ser muy aficionada a los toros,
verdad?
-Qué va! Como me va a gustar algo tan salvaje?
-¿Entonces?
-¿Vd se ha enamorado alguna vez? – me
mira a través del espejo con esos ojos que parecen estar montados uno encima
del otro.
-Claro, alguna vez.
-Pues yo solo he querido a un hombre en
mi vida y era torero. Torero de segunda. A mí eso no me iba, pero como me
quería tanto y era tan fogoso, pues compensaba. Cuando se marchaba a la plaza,
yo me quedaba colgada pensando en lo que acabábamos de hacer y soñaba con lo
que haríamos cuando acabase la corrida.
No sabe lo contenta que me puse cuando
empecé a oir que acabarían con la fiesta.
-¿Y, qué pasó?
-Que los toros siguieron, pero a él le
echaron. Y le pasó lo que a ese tío tan antiguo que se quedó sin fuerza cuando
le cortaron la melena. Mi Nepo – se llama Nepomuceno- se quedó hecho polvo y se
acabaron los polvos.
-Pero eso no dura siempre; seguro que
con el tiempo volvió a ser el de antes.
-La verdad es que no lo sé. Le cogió el
bajón – la depresión – y se me fue sin avisar.
Desde entonces, cada día repaso las esquelas y cuelgo aquí
las mejores. Algún día aparecerá la de
Nepo.
Ya estábamos llegando.
-¿Y, los anuncios eróticos?
-Ahh, eso no tiene nada que ver con mi
Nepo. Represento a esas chicas. Lo del
taxi está jodido y así me saco unas perras de más.
¡Nuri! Me encantan tus "habilidades": pocas y jugosas palabras. Este cuento me hace sentir como tu dices: es como si me metiera en un plató de Almodóvar....ando imaginando la "tía"....¿rubia o morena? ¿años?
ResponderEliminarAbrazos y ya me he puesto de "seguidora" de este blog. Abrazos y saludos a Ariel!