miércoles, 16 de noviembre de 2011

Le voyage de Penelope, por Esther Mora


“París me trata mal…las malas caras de la gente, las huelgas, las azafatas de AirFrance… pero me encanta, tiene su jenesequa, me alegra la idea de pasar un día allí, aunque sea de trabajo, vaya sola, me den las 5:30 en el aeropuerto y seguramente ni vea la torre Eiffel…”
Allí estaba, en la cola de embarque, enfrascada en plena discusión mental entre lo positivo y lo negativo, sorbiendo el primer capuchino de la mañana y sin imaginar que justo ése lunes pude haber muerto.

Pack trabajo: Bolsa ligera, móvil, block de notas, bolimuji, cámara de fotos, paquete de tarjetas de visita y entrada a la feria. .. Esencial para un día acelerado de trabajo.
Pack avión: Cojinmuji, antifaz, tapones para los oídos y cascos música maxi… Básico para una super siesta en el avión… cada bolso es un mundo, me encantan mis packs.

<Perdona, te sientas en el 6F?>
<pues ..sí, me toca ventana>
<Verdad  que no te importa cambiarte aquí delante a la 5E y  así me siento al lado de mi hija? Verdad que no? Es que es la primera vez que vuela y está algo nerviosa…> sonrisa postiza.

Padre cateto y desentendido, posiblemente comercial chapas de conversación incómoda,me cae mal instantáneamente. La hija es la típica preadolescente con gesto de asco permanente. Uff, menudo par… Me apetece cero hacerle el favor.

<Vale, no pasa nada, quédate con mi ventana>sonrisa mínima y ojos  cabreados.
<Oye, pues muchas gracias por el favor, te lo agradezco muchísimo> sonrisa pegada con celo.
<Pues nada, a la próxima ya  nos acordaremos, de reservar ventanas y asientos contiguos propios, verdad que si?>sonrisa forzada y mirada fulminante.

Baja la vista y ya no me dice nada. Me escurro en mi nuevo semiasiento  mientras observo al vendedor de humo y la niña: Ella se pone a hablar con su madre por teléfono. Le dice que está nerviosa pero que no pasa nada porque papá está a su lado y que flipa de sentarse en ventana en su primer vuelo….
“Madre mía querida, no se puede empezar tan fuerte a estas horas de la mañana, ya estás de mal humor y todavía ni te has tropezado con un parisino.
Si, el tío es un petardo, pero ¿hace falta ser tan corrosiva? ¿te dejaste la amabilidad en casa?”
Harta de discutir conmigo misma me prometí  darme un respiro. Dos horas de descanso y paz interior hasta llegar a Paris. Me puse los tapones de los oídos, el antifaz y desconecté. .. El avión finalmente despega tímidamente, con un ligero temblor… hoy ni el avión está fino.

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